Para olvidar el odio


 

Poema d'Antonio Colinas, 11 de març de 2004, publicat al seu llibre Desiertos de la luz, 2008

 

Acaso lo más duro y lo más cruel

no sea el abrir violentamente

lo negro en lo blanco:

en la armonía el caos,

en ojos inocentes un cuchillo de ira,

en los labios más tiernos de juventud

la muerte.

Acaso lo más duro sea el odio:

ese odio que establece diferencias,

ese odio que se mama en pecho de odio,

ese odio que se enseña y que se aprende,

que enarbola banderas como pústulas

y que niega brutalmente el amor.

 

 ¿Hasta cuándo en el mundo la dualidad más cruel,

la ausencia de armonía?

Nuestra patria es el mundo

y, en él, nuestros pulmones

inspiran armonía y espiran honda paz,

inspiran honda paz y espiran armonía.

Por eso, hoy sabemos ya muy bien

que, como primavera temprana,

como ojo inocente, como labio muy tierno,

nunca cesa esperanza de germinar: lo hace

con mayor rapidez que las mareas de sangre.

 

Este jueves de marzo no llovía

lluvia de odio:

llovían manos mansas,

que a todo y hacia todos se tendían,

suavemente,

como marea de música,

sólo para sanar, para sanarnos.

 

Por nada cambiaremos esa lluvia de manos bondadosas.

Son las manos de un fuego que es amor,

un fuego que no quema.

Son esas manos que siempre se entregan

y que nunca reniegan de palabras, ideas, sentimientos.

Marea del amor, más poderosa

que el odio que se mama y que se escupe,

que la sangre violada.

 

 Muchacha muerta que en la fotografía

levantas dulcemente tu rostro hacia el cielo,

muchacho muerto que pones tu oído en la tierra

como para escuchar sólo música:

estáis, en realidad, durmiendo, durmiendo, durmiendo.

No turbéis más su sueño.

No turbéis más sus sueños.



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