Cada vez resulta más claro que es imposible afirmar algo, opinar sobre algo, aportar incluso una información de calidad y bien contrastada por el pensamiento o la experiencia de siglos, porque ello resulta ininteligible o hasta ofensivo, ridículo desde luego. La transmisión de la cultura es imposible. La mentalidad mayoritaria --incluida la de las minorías científicas de todos los colores y pretensiones-- reserva el conocimiento a los expertos y, por lo tanto, también los juicios sobre la realidad o el encadenamiento lógico. El juicio personal, el ejercicio libre de la inteligencia y el discurso espontáneo, contradictorio, investigativo, nos están prohibidos. Sólo la dogmática de los expertos cuenta: tan lejos estamos de Sócrates y tan cerca de Torquemada.
[...] estamos en una civilización en la que preguntarse por el sentido es sólo muestra de provincianismo o restos de la antigua miseria intelectual. [...]
El mundo en que vivimos es demasiado agresivo y brutal --"competitivo" dicen sus pontífices--, y está regido por la teología "calvinista" de la predestinación económica y social. Ese mundo elige a "los suyos", los salva y los introduce en el Paraíso. El resto es la massa damnata condenada al infierno de la insignificancia y la nada [...]
Lo que sé es que se están tomando todas las medidas, no para impedir "un despertador cultural", sino para asegurar la idiocia: desde la primera enseñanza --ya una ignorancia general básica-- hasta las grandes teorías de cuño universitario sobre arte y literatura, la democracia cultural y etc. El entierro de la memoria sobre todo y la no significatividad del lenguaje: lo mismo es la palabra de la víctima que la del verdugo.
Pero no hay que hacer muchas filosofías: en el zoco que es Europa de lo que se trata es de comprar y vender. Lo que siempre ha ocurrido, por otra parte. Lo único nuevo es que ahora, si se habla de erasmismo, pongamos por caso, lo mismo pueden darte un premio por sabio antiguo que ofrecerte calmantes o una sesión de psicoanálisis para que te tranquilices. [...]
La idiocia, combinada con la crueldad o la indiferencia total por las gentes, hace decir, a politicastros, intelectuales y escribidores de periódicos, que el progreso y la modernización de las estructuras exigen "estos sacrificios".
[La luz de una candela, Anthropos, 1996]
[...] estamos en una civilización en la que preguntarse por el sentido es sólo muestra de provincianismo o restos de la antigua miseria intelectual. [...]
El mundo en que vivimos es demasiado agresivo y brutal --"competitivo" dicen sus pontífices--, y está regido por la teología "calvinista" de la predestinación económica y social. Ese mundo elige a "los suyos", los salva y los introduce en el Paraíso. El resto es la massa damnata condenada al infierno de la insignificancia y la nada [...]
Lo que sé es que se están tomando todas las medidas, no para impedir "un despertador cultural", sino para asegurar la idiocia: desde la primera enseñanza --ya una ignorancia general básica-- hasta las grandes teorías de cuño universitario sobre arte y literatura, la democracia cultural y etc. El entierro de la memoria sobre todo y la no significatividad del lenguaje: lo mismo es la palabra de la víctima que la del verdugo.
Pero no hay que hacer muchas filosofías: en el zoco que es Europa de lo que se trata es de comprar y vender. Lo que siempre ha ocurrido, por otra parte. Lo único nuevo es que ahora, si se habla de erasmismo, pongamos por caso, lo mismo pueden darte un premio por sabio antiguo que ofrecerte calmantes o una sesión de psicoanálisis para que te tranquilices. [...]
La idiocia, combinada con la crueldad o la indiferencia total por las gentes, hace decir, a politicastros, intelectuales y escribidores de periódicos, que el progreso y la modernización de las estructuras exigen "estos sacrificios".
[La luz de una candela, Anthropos, 1996]
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