Text del llibre "Una estancia holandesa"

 Fotografía de Guadalupe de Haro


Para Kierkegaard, la prensa representaba la liquidación de la cultura, la banalización de todo, y el encanallamiento intelectual y moral "a módicos precios"; y contó una parábola muy interesante a este respecto: la del barco que se enfrenta a un "iceberg". El capitán va a echar mano de la bocina para dar las órdenes oportunas que eviten la colisión, pero la bocina la tiene el pinche de cocina , que está anunciando el menú del día, y eso es lo único que se oye, la única realidad; del "iceberg" nadie sabe su existencia, y el barco se va a pique.
Pero es que las cosas han llegado tan lejos que no se quiere saber nada de ese "iceberg", y una buena mayoría está encantada con un menú de queridísima basura, de queridísima idiotez.
Kierkegaard vio perfectamente las cosas. Y, sin embargo, no puede cercenarse la libertad, naturalmente. La cuestión es cultural. Un nivel cultural mínimo, que implica el respeto de sí mismo y el de los demás, y desde luego el no buscar el goce de la humillación de la basura y el encanallamiento, como define Hans Enzensberger ese apego al menú kierkegaardiano, lo salvaría todo. Pero la destrucción de la cultura es sistemática, comenzando por los planes de enseñanza [...]
La historia de las mujeres, como la de los niños y los miserables, ha sido tan atroz y tan vergonzosa, y continúa siéndolo tanto que me parece a mi que estamos aún a miles de años luz de la simple humanización de la especie. Estamos aún en el tiempo de los culebros o los dinosaurios. Pero naturalmente ¡stop! Está muy bien esa recordación del cuadro de la Gentilleschi. Los hombres deben recordar: ellas también saben matar, y Hobbes decía que, en eso, en que pueden matarse unos a otros, y lo saben, los hombres no pueden dudar que son iguales. ¿Están esperando los caballeros esta prueba de la igualdad? [...]
No se sabe lo que no se quiere saber, pero como no puede menos que saberse, se justifica; y ahora mismo, cuando ya no puede negarse una realidad tan horrible como la del estalinismo, esa misma intelligentsia ya nos advierte que no tenemos ningún derecho a equiparar la barbarie nazi a esos errores o inevitables determinaciones estalinistas, porque en el estalinismo, encarnación histórica del comunismo, había valores morales; lo que sin duda no sólo debe de resultar de mucho consuelo para las víctimas, sino que, por lo visto, cambia de signo a la brutalidad. Es decir, más o menos lo que han dicho siempre los defensores de la Inquisición, que por supuesto velaba por los valores morales y la salvación eterna, y de paso suponía el dominio y beneficio de unos señores, claro está.
En esta situación, sin el mínimo sentido del horror por tanta sangre y tanta muerte, y con ese "carisma" de defensores de la nueva historia y sus valores morales, todo podría volver a repetirse; como en el caso también del nazismo que igualmente tiene sus justificaciones, e igualmente historizantes y científicos. Para unos y otros, las víctimas no cuentan. Los mataderos son holocaustos para un mundo nuevo.

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